Máster en Gestión y Dirección de Empresas (MBA)
www.campus-stellae.com
No es casualidad encontrarse determinados establecimientos llenos de profesionales con el portátil desplegado y ocupados a dos manos, con el smartphone y el café. Es una de las ventajas de los trabajadores independientes o los denominados freelances, colaboradores externos que realizan proyectos terminados para varias empresas por obra y servicio. Pueden disfrutar de la flexibilidad, la posibilidad de llevar la oficina a cuestas, literalmente, ya que pueden permitirse trabajar en cualquier lugar.
Pero, ¿qué pasa cuando sus necesidades van más allá de una conexión telefónica con acceso a Internet? ¿Y si su volumen de trabajo les empieza a exigir una oficina desde donde gestionar su trabajo? Para muchos de ellos alquilar una oficina supone un gasto que no pueden afrontar. Lo que necesitan es una a su medida, un concepto que, aunque suene a utopía, es una realidad que va a más en nuestro país.
La fórmula se llama coworking y procede de Estados Unidos. Consiste básicamente en compartir espacio de trabajo con absoluta flexibilidad, una especie de oficina de quita y pon que se está convirtiendo en un negocio en alza gracias a la proliferación de profesionales autónomos, teletrabajadores y micropymes surgidos con la crisis.
Con un pago mensual que ronda los 300 euros de media, el espacio ofrece una mesa de trabajo individual, con enchufe y conexión Adsl. Es el kit básico del cotrabajador, que cuenta además con un entorno agradable, idóneo para el desempeño profesional, y con una serie de prestaciones que suelen ir incluidas en el precio: desde salas de reuniones hasta fotocopiadora.
Un modelo flexible
El teletrabajador sólo debe llevar su portátil y puede disfrutar del espacio a la carta: desde una contratación mensual de media jornada, con precios que oscilan entre los 100 y los 150 euros, hasta bonos por horas, desde 20 euros. La flexibilidad del modelo incluye el acceso a prestaciones alternativas y complementarias a través de un sistema de tarifas independiente: desde salas de reuniones a sistemas de videoconferencia, pasando por un servicio de secretaría bilingüe o catering.
Una de las mayores ventajas de esta fórmula es servir de rampa de lanzamiento a los emprendedores, según Manuel Zea, arquitecto y uno de los pioneros en el negocio, desde que creara en 2006 Working Space, en Alcobendas. Como punto de partida, el coworking supone un considerable ahorro a la hora de poner en marcha un negocio. No se trata de compartir el alquiler de una oficina, "se paga por un espacio mes a mes", un espacio que es "mucho más que una mesa de trabajo -puntualiza Zea-, es un espacio representativo, en entornos cuidados, bien planificados". La mayoría de las oficinas "te piden contratos mínimos de un año, pero lo que necesitan los emprendedores y freelances es flexibilidad", añade Zea. Tampoco hacen falta fianzas, ni avales, ni se incurre en otros gastos de gestión que se generan al poner en marcha un negocio.
Todo incluido
La fórmula, además, permite ajustar los costes al máximo y evitar gastos imprevistos, ya que la factura de este tipo de espacios responde al todo incluido: en la mensualidad se incluye la limpieza, el mantenimiento, la luz y la línea telefónica. Y al ahorro económico, se suma el ahorro de tiempo en las gestiones. Pero el ideólogo y gestor de Working Space destaca otras ventajas: "Favorece el intercambio activo de experiencias, de servicios profesionales y de contactos, y se convierte en un semillero de cooperación y networking". Además, supone "una solución al aislamiento, uno de los principales problemas de muchos trabajadores independientes y microempresas". Otra posibilidad: la oficina virtual, que da derecho al teletrabajador a utilizar la dirección como domicilio social y comercial, e incluye servicios como recepción de fax, correo y paquetería, o avisos urgentes.
En España, la red Coworkingspain tiene registrados más de treinta centros de estas características.
No hay comentarios:
Publicar un comentario