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PHILIP MOSCOSO, Cátedra Eurest, IESE
JAUME RIBERA, profesor de Dirección de Producción, Tecnología y Operaciones del IESE
JAUME RIBERA, profesor de Dirección de Producción, Tecnología y Operaciones del IESE
La
construcción del canal de la Mancha es un ejemplo de proyecto
fracasado, si no en el resultado final, sí en su ejecución. Solo así se
explica que un proyecto acabe costando diez mil millones de euros más de
lo inicialmente presupuestado, es decir, más del doble de lo previsto.La vía de agua que hace que, como este, muchos proyectos acaben por hundirse es, entre otras causas, la falta de una metodología eficiente de gestión. Así lo exponemos en el documento "Una metodología para la gestión de proyectos".
Aplicar una metodología permite aprovechar lo aprendido en otros casos similares y aporta oportunidades de mejora en el futuro, además de optimizar la coordinación entre departamentos y reforzar la comunicación, lo que facilita el seguimiento del proyecto.
Independientemente de su complejidad, todos los proyectos pasan por cinco fases a lo largo de su vida: selección, definición, planificación, ejecución y seguimiento, y finalización.
El hecho de que determinado tipo de proyectos se hayan gestionado tradicionalmente de una manera no significa que esta sea la mejor, a veces se pueden conseguir mejoras sustanciales con enfoques alternativos.
Por ejemplo, la adjudicación de proyectos mediante concursos donde gana el que ofrece un menor coste hace que muchas obras acaben incumpliendo las especificaciones pactadas o provoca revisiones que acaban costando mucho más de lo inicialmente acordado.
Para eliminar la muda o despilfarro hay que determinar las actividades del proyecto que añaden valor, las que son necesarias pero no añaden valor, las que no son necesarias ni añaden valor y los tiempos de espera.
Aplicar una metodología permite aprovechar lo aprendido en otros casos similares y aporta oportunidades de mejora en el futuro, además de optimizar la coordinación entre departamentos y reforzar la comunicación, lo que facilita el seguimiento del proyecto.
Independientemente de su complejidad, todos los proyectos pasan por cinco fases a lo largo de su vida: selección, definición, planificación, ejecución y seguimiento, y finalización.
El hecho de que determinado tipo de proyectos se hayan gestionado tradicionalmente de una manera no significa que esta sea la mejor, a veces se pueden conseguir mejoras sustanciales con enfoques alternativos.
Por ejemplo, la adjudicación de proyectos mediante concursos donde gana el que ofrece un menor coste hace que muchas obras acaben incumpliendo las especificaciones pactadas o provoca revisiones que acaban costando mucho más de lo inicialmente acordado.
Para eliminar la muda o despilfarro hay que determinar las actividades del proyecto que añaden valor, las que son necesarias pero no añaden valor, las que no son necesarias ni añaden valor y los tiempos de espera.
Más información en IESE Insight
Fuente: http://blogs.elpais.com/economia-con-valores/2013/11/metodologia-para-la-gestion-de-proyectos.html
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