Área Gestión Empresarial - IECS

ÁREA GESTIÓN EMPRESARIAL, MBA Y COMERCIO INTERNACIONAL DEL INSTITUTO EUROPEO CAMPUS STELLAE

El futuro de la banca.


A pesar del importante papel que cumple la banca en nuestra vida cotidiana, socialmente no es un sector que goce de buena reputación. Sin embargo la mayoría de la gente no tiene muy claro qué es exactamente un banco y como funciona.

 

 

 


La función principal de un banco es la de proveer dinero. De esta forma, si alguien necesita pedir dinero prestado acude al banco. Los bancos tratan de obtener un beneficio a través de la compraventa de dinero: compran dinero y posteriormente lo venden a un precio superior, intentando obtener así un margen de intermediación positivo (que los ingresos que consigue a través de los préstamos sean superiores al coste del dinero). Para conseguir este margen financiero positivo, los bancos recurren a la compra de dinero a corto plazo, pues este es más barato, y posteriormente prestan dinero a largo plazo, ya que el dinero a largo plazo resulta más caro. De esta manera los bancos obtienen una mayor rentabilidad, pero también es cierto que obtienen mayor riesgo: los bancos deben devolver el dinero comprado a corto plazo y para poder devolverlo necesitan previamente recuperar el capital prestado a largo plazo. Para disminuir este riesgo, los bancos tratan de diversificar sus inversiones, así como de dotar las debidas provisiones.

Además, los bancos se encuentran sujetos a una normativa muy estricta que regula la gestión del riesgo de las entidades bancarias, y están obligados a dotar una cantidad determinada de provisiones ligadas a la calidad de los activos y a mantener un nivel de recursos propios concreto que asegure la capacidad de hacer frente a posibles pérdidas.

Además de cumplir con su función principal, los bancos tratan de incrementar los ingresos ofreciendo a sus clientes una serie de servicios financieros a mayores como pueden ser la oferta de diferentes medios de pago, o la venta de asesoría.

Por otra parte, los bancos suelen contar con un margen de actividad bastante reducido, por lo que recurren al endeudamiento para así poder aumentar la rentabilidad de los accionistas. De esta forma el balance de un banco suele ser algo diferente al del resto de empresas, pues aproximadamente el 90% del pasivo está formado por deuda, siendo escasos los recursos propios.

A modo de ejemplo, supongamos un banco cuyo activo está formado por hipotecas con un valor de 100 millones de euros, por las que los hipotecados pagan un interés anual del 5%; y el pasivo está formado por unos recursos propios por valor de 20 millones y unos depósitos valorados en 80 millones de euros a un coste del 3%. Entonces, el banco obtendrá un 5% por las hipotecas y pagará un 3% de interés por los depósitos, por lo que la rentabilidad entre el activo y el pasivo será de un 2%. Sin embargo, la financiación de las inversiones a través de deuda se traduce en una situación de apalancamiento financiero que provoca que la rentabilidad de los accionistas sea superior a ese 2%:

La entidad obtendría unos ingresos de su activo de 5 millones de euros (5% de interés anual por 100 millones) y pagaría de deudas exigibles 2,4 millones de euros (80 millones por 3%). Si calculamos la diferencia entre los ingresos y los gastos llegamos a la conclusión de que el banco obtiene un beneficio de 2,6 millones de euros.

Si tenemos en cuenta que los recursos propios tienen un valor de 20 millones de euros y que el banco no incurre en costes de transformación, la rentabilidad sobre recursos propios (ROE) será del 13%. Sin embargo, esta rentabilidad no se alcanza debido a la existencia de una importante diferencia entre las tasas a las que los bancos prestan y toman dinero, sino gracias a su alto grado de apalancamiento financiero.


Entonces, ¿cómo pierden dinero los bancos?

En ocasiones los bancos, al igual que gran parte de la banca española durante los últimos años, ante una escasez de fondos propios deben ser recapitalizados. Esto se debe a un deterioro del activo:

Si en el ejemplo anterior suponemos que la morosidad es del 10%, los activos pasarán a estar valorados en 90 millones de euros. Esta reducción del activo no influirá en la deuda, sino en los recursos propios, ya que si inicialmente contaban con un importe de 20 millones, ahora ese importe pasará a ser de 10 millones. En conclusión, una morosidad del 10% provoca una reducción de los fondos propios del 50%.

Entonces, si el alto nivel de deuda conlleva tanto riesgo, ¿por qué no se obliga a los bancos a financiarse exclusivamente con fondos propios?

Según el binomio rentabilidad-riesgo, la rentabilidad es siempre directamente proporcional al riesgo, es decir, a mayor riesgo mayor rentabilidad y viceversa:

Si todos los bancos se financiasen solamente a través de los fondos propios, el coste que les supondría a ellos tomar dinero sería mayor y para alcanzar un margen de intermediación positivo tendrían que prestar dinero a un tipo de interés superior al coste del dinero. Se dispararía el tipo de interés y esto afectaría a la liquidez de todo el sistema financiero. La masa monetaria se vería reducida debido a la desaparición del efecto multiplicador del apalancamiento financiero, lo que provocaría una reducción de la actividad económica.



Entonces, ¿cómo debería funcionar un buen banco?

Actualmente los bancos cumplen un importante papel en la economía como canalizadores de ahorros de las UGS (unidades económicas con superávit) a las UGD (unidades económicas con déficit).

Las UGD son los agentes económicos con necesidades de financiación, que emiten activos financieros para poder captar liquidez proveniente de las UGS, que son los agentes económicos con capacidad de ahorro. Una misma unidad básica puede actuar, simultáneamente o a lo largo del tiempo como UGD o UGS según las circunstancias, ya sea emitiendo o comprando activos financieros. Es decir, pueden actuar a la vez como prestatario o prestamista. En general las familias tenderán a comportarse como ahorradores netos, es decir, poseedores de activos financieros y las empresas como unidades de déficit debido a sus gastos de inversión y por lo tanto emitirán al mercado activos financieros que venderán a los ahorradores para poder subsanar su déficit o financiarse.

Si la actividad bancaria no existiese, la ausencia de cŕedito bancario ocasionaría que las UGS no pudiesen canalizar sus ahorros hacia la inversión, con lo que la actividad económica se vería reducida.

Un buen banco debería entonces generar una rentabilidad ajustada a los riesgos esperados de forma sostenible en el tiempo, positiva y creciente. Además, debería contar con una cantidad de recursos propios mínimos suficiente como para cubrir riesgos inesperados.


Los tipos cero y la nueva regulación:

Durante el año 2006 surge en Estados Unidos la crisis de las subprime, caracterizada por un alto grado de apalancamiento del sistema financiero provocado, entre otras cosas, por la popularización del uso de los CDOs (obligaciones colateralizadas por deuda).

Un CDO es un producto financiero que incluye varias emisiones de deuda distinta, pero que pueden comercializarse por tramos o bien como un solo producto de renta fija. En aquella época los bancos usaron los CDOs para combinar emisiones de deuda de diferente calidad. Las agencias de ráting conferían a los CDOs altas calificaciones crediticias, ya que combinaban tramos de alta calidad con tramos de calidad baja, pero diseñados, en teoría, para diversificar el riesgo. Tras la crisis, muchos CDOs perdieron gran parte de su valor.

A partir de este momento el gran problema de la banca es el alto grado de morosidad, ya que al tener unos recursos propios reducidos y una deuda alta, el deterioro del activo provocado por la morosidad impacta directamente en los fondos propios, que se desvanecen rápidamente. Esto fue lo que le ocurrió a la banca española a partir de 2008.

Las medidas que se tomaron para mejorar la situación de la banca consistían básicamente en diferentes ampliaciones de capital: ampliaciones con derecho de suscripción preferente, mediante scrip dividend, combinando deuda e incluso solicitando ayuda al gobierno. Además, se constituyó el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) con el objeto de gestionar los procesos de reestructuración y resolución de entidades de crédito y de contribuir a reforzar los recursos propios de las mismas. Así pues, el FROB mediante ampliaciones de capital invirtió en banca española y consiguió recapitalizar las entidades.

Posteriormente, a partir del año 2012, la política monetaria expansiva de la eurozona provoca una caída drástica de los tipos de interés. Con los tipos de interés próximos a cero, la banca tiene muy complicado ganar dinero.

Cabe mencionar que una reducción de los tipos de interés desde niveles más o menos altos no impide a la banca seguir ganando dinero, ya que aunque ingrese menos intereses por su activo, también pagará menos por su pasivo. Sin embargo, cuando los tipos son cero o incluso llegan a ser negativos, los intereses que recibe el banco por su activo caen, y su pasivo, aunque le cueste muy poco, difícilmente tiene un coste cero o negativo (es complicado que algún particular preste a un banco a una tasa negativa, ya que antes prefiere tenerlo en billetes en su casa o en una caja fuerte).

Supongamos que un banco presta dinero al 6% y el coste de su deuda es del 4%. Entonces, su margen de interés será del 2%. Si los tipos bajan 200 puntos, el banco disminuirá los ingresos por su activo al 4%, pero el coste de su pasivo exigible pasará a ser de un 2%, y, por tanto, el margen de intermediación se mantendrá en un 2%. Si los tipos siguen bajando otros 300 puntos, el banco obtendrá unos ingresos del 1%, pero su pasivo exigible no le costará el -1%, es decir, sus clientes no le pagarán por dejar su dinero en el banco; por tanto, en el mejor de los casos, el coste de los depósitos y bonos será del 0%, siendo el margen de intermediación del 1%, frente al 2% de las dos situaciones anteriores. Es en esta situación, donde el margen de intermediación es del 1%, donde los bancos no solamente ganan menos, sino que su incentivo a prestar disminuye.

Por tanto, en entornos como el que actualmente está viviendo la eurozona, de alta liquidez y tipos bajos y negativos, el negocio tradicional bancario (tomar y prestar dinero) se resiente.

A este entorno hay que añadirle la presión regulatoria que sufre la banca al verse obligada a mantener una cantidad elevada de recursos propios. Esto se traduce en un menor apalancamiento y en una menor rentabilidad, pues a la banca se le exigen mayores fondos propios en una situación donde los fondos propios resultan muy poco rentables debido a la decisión de tener políticas monetarias muy expansivas.

Por si no fuera suficiente, los bancos han sufrido un entorno social muy difícil, donde han visto cómo, en algunas ocasiones, tenían que renunciar a ingresos de forma obligatoria o voluntaria.

Ante este panorama, no nos sorprende que gran parte de los bancos coticen a su valor en libros o incluso por debajo.


Estrategias de futuro para la banca:

Ante esta situación, los bancos deben tomar medidas para mejorar la eficiencia y la rentabilidad. Actualmente la estrategia de la banca se centra en la reducción de costes operativos y en el aumento de los ingresos mediante la venta de más servicios financieros a un mayor número de clientes.

En relación a los costes, la banca ha llevado a cabo dos estrategias principales. La primera, consistente en el cierre de sucursales. La segunda, se ha centrado en la mejora de procesos y fundamentada en el ahorro de costes, ha llevado a cabo una importante reducción de plantillas. Además, cabe destacar el proceso de fusiones que ha tenido lugar recientemente en la banca. Las fusiones han permitido las sinergias y el ahorro y el aprovechamiento de las economías de escala.

En cuanto a los ingresos, la banca se ha centrado en conocer las unidades de negocio, servicios, productos y segmentos de mercado que son más rentables. En este aspecto, las rentas medias altas y las pymes son actualmente los segmentos de mercado más rentables para la banca.

En relación a los productos, la banca se ha decantado por una estrategia de comercialización de productos que no necesitan fondos propios y que generan comisiones, como los fondos de inversión, además de otros servicios como la asesoría o la gestión del patrimonio para intentar así incrementar el resultado de pérdidas y ganancias.

En cuanto a los clientes, los bancos han decidido incrementar las comisiones que cobran por el uso de servicios bancarios a aquellos clientes que resultan menos rentables.

Además, los bancos han optado por otra estrategia consistente en la diversificación de riesgos a través de la internacionalización.

Actualmente la banca está adquiriendo gran competencia debido, por un lado a la aparición de las fintech, cuya actividad consiste en la oferta de servicios que antes sólo eran ofrecidos por los bancos. Las fintech cuentan con una gran ventaja competitiva al no tratarse de bancos, ya que no cuentan con una regulación tan estricta como la banca. Además, generalmente las fintech están basadas en fuertes desarrollos tecnológicos.

Por otro lado, la banca en la sombra (shadow banking) también supone una fuerte competencia. Se trata de instituciones no bancarias que compiten con los bancos en su negocio más tradicional, pero sin estar sujetas a una regulación tan estricta, ya que se centra en utilizar formas jurídicas no bancarias para ofrecer servicios que antes solamente ofrecían los bancos.

Actualmente la banca está inmersa en un proceso de cambio, en un entorno de alta dificultad para su negocio. De hecho, el precio de las cotizaciones de los bancos generalmente es inferior al valor en libros, es decir, los bancos no valen en bolsa ni el valor de sus fondos propios. Sin embargo, la actividad bancaria debe continuar existiendo, pues si no, el mundo sería más pobre.

Los bancos deberían plantearse un cambio de modelo de negocio que les permita la obtención de unos resultados sostenibles, un modelo basado en el proceso de transformación digital para conseguir una mayor eficiencia en costes, mayor conocimiento de las necesidades de los clientes y unos mayores ingresos mediante la oferta de nuevos servicios.


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