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Un conocido inversor de Silicon Valley y un prestigioso bloguero de
las finanzas se han enzarzado en una particular apuesta que recorre
blogs y foros de los apasionados del bitcoin,
moneda electrónica que no ha hecho otra cosa que generar debate desde
su nacimiento en 2009. Ben Horowitz, que invirtió en plataformas como
Facebook y Twitter cuando estas estaban naciendo, y Felix Salmon,
conocido bloguero financiero de Reuters, se han jugado un par de
calcetines de alpaca en torno al futuro de esta moneda cifrada y no
regulada que se genera en Internet y que permite realizar pagos
instantáneos en cualquier parte del mundo. Si dentro de cinco años un
10% de los norteamericanos han comprado algo con bitcoins, Horowitz habrá ganado. De lo contrario, lo habrá hecho Salmon.
Lo de los calcetines de alpaca obedece a que una firma que los vende
en Estados Unidos fue la primera en aceptar esta criptomoneda (moneda
codificada) como medio de pago en su web.
La moneda electrónica atraviesa días duros. Mt Gox, una de las mayores plataformas de cotización de bitcoins,
suspendía el pasado 7 de febrero transacciones debido a problemas
técnicos; Apple retiraba Blockchain, aplicación compatible con bitcoin;
y, a principios de esta semana, Rusia prohibía el uso de esta moneda en
su territorio, siguiendo así los pasos de China, que hizo lo propio a
finales del año pasado.
Bitcoin es una moneda que permite transacciones entre
usuarios vía P2P, intercambio de información entre iguales, cauce
utilizado en el intercambio de archivos de cine y música.
La persona que los adquiere en Internet consigue una clave
alfanumérica —letras y números— de entre 27 y 34 caracteres que le
permite hacer pagos a otras personas que dispongan de una cartera
electrónica.
En el último mes, su cotización se venía manteniendo
más o menos estable en torno a los 850 dólares. En sus primeros compases
llegó a costar 10 dólares. Pero, esta semana, tras la suspensión de Mt
Gox, bajaba hasta la órbita de los 600.
“Ironías de la vida”, señala Andrés Alonso, economista especializado en finanzas del blog sintetia.com, “bitcoin sufrió un corralito,
y ya lleva varios”. Mt Gox congelaba las retiradas de fondos y los
movimientos de la moneda. “El problema es que se podían renombrar las
transferencias”, explica Alonso, “un fallo atribuible al algoritmo”.
La accidentada singladura de esta moneda electrónica ha vuelve a resucitar el debate sobre su solidez y futuro.
Bitcoin es un fenómeno que despierta todo tipo de
reacciones. Sus defensores consideran que revolucionará el comercio
electrónico y el sistema económico establecido.
La firma de capital riesgo Adreessen Horowitz ha invertido cerca de
36,5 millones de euros (50 millones de dólares) en empresas relacionadas
con bitcoin. Marc Adreessen, uno de sus socios, defendía en un artículo publicado a finales de enero en The New York Times que bitcoin será una revolución.
Sus detractores, sin embargo, estiman que se trata de una fiebre que está creando una gigantesca burbuja. Entre estos últimos, el prestigioso economista y profesor de la neoyorquina Universidad de Columbia Xavier Sala-i-Martín.
Pedro
Durá, profesor de Economía Monetaria y Financiera de la Universidad
Complutense de Madrid, considera normales las fluctuaciones que viene
experimentando la moneda: son pocos los poseedores de bitcoins y
escasas las operaciones que realizan. “Es un mercado poco líquido”,
explica, “una operación de algún poseedor de un gran volumen de bitcoins hace que su cotización suba o baje mucho”. Durá explica que con el bitcoin
ocurre como con otros muchos activos que el mercado desconoce: la
cotización fluctúa (como ocurre con las nuevas acciones que irrumpen en
Bolsa) hasta que los operadores las van conociendo. “Tampoco extraña que
algunos Gobiernos, si lo ven como una amenaza a su monopolio, lo
limiten”, asegura.
Esta es una de las claves. Bitcoin podría
ser a la banca lo que las descargas a la música y las películas, dicen
sus defensores: una amenaza. Permite intercambiar dinero sin
intermediarios. De ahí, los obstáculos que encuentra en su camino,
arguyen.
Durá es de los que piensan que se trata de un fenómeno interesante al
que hay que seguir la pista. “No hay que tenerle miedo, el consumidor
puede salir favorecido. Los que temen a bitcoin son los que tienen el
monopolio de emisión de la moneda”, explica. “Una moneda que haga
competencia a la que emiten los Gobiernos puede ser buena para que estos
la cuiden y limiten sus emisiones”.
La oferta de bitcoins está limitada. Esa es una de las
ventajas, esgrimen sus defensores. Crece a un ritmo que depende de la
resolución de operaciones exponencialmente complejas que se resuelven
mediante ordenadores. Se generan, aproximadamente, 25 bitcoins cada 10 minutos. La emisión se va reduciendo con el paso del tiempo. En 2140 habrá 21 millones de bitcoin y ya no habrá más. En estos momentos hay en torno a 12,5 millones en circulación.
Andrés Alonso, de sintetia.com, considera, no obstante, que el bitcoin
es una apuesta arriesgada. Es más un activo que una moneda, dice. “Todo
el mundo quiere atesorarlo, por eso no desempeña un papel como moneda”,
manifiesta. “Es más bien como el oro, como el petróleo. Es el oro 2.0”.
Alonso dice que el bitcoin es poco estable y demasiado
volátil, por lo que no constituye una alternativa al euro o al dólar.
“El punto fuerte del euro y el dólar es que tienen un respaldo legal;
con bitcoin, dependes de la tecnología”, resume.
Pablo Soto, abanderado del libre intercambio de archivos P2P en
España contra el que llevan años batallando las compañías discográficas
en los tribunales, se muestra crítico. “Bitcoin es el sueño de
los neoliberales, de los anarcocapitalistas”, ilustra. “Es una
alternativa que puede ser peor que lo que tenemos en términos de
concentración de capital”.
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Noticia: http://economia.elpais.com/economia/2014/02/15/actualidad/1392496080_165135.html
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