Google es una de las empresas en el foco de las preocupaciones
internacionales por su capacidad para trasladar beneficios de una
jurisdicción a otra y evitar con eso tributar apenas por sus ganancias. La compañía, que domina el mercado de la publicidad digital, ha declarado pérdidas en su filial española,
Google Spain, por segundo año consecutivo, según un acta aprobada el
pasado 29 de junio por el socio único de la sociedad, Google
International LLC, en Mountain View, California.
En concreto, Google Spain declara pérdidas de 74.683,24 euros
en el ejercicio 2011, frente a los números rojos de 639.499,42 euros
del año anterior. Con ello, la base imponible ante el impuesto de
sociedades es mínima, de menos de 400.000 euros, y tras los ajustes por
diferimientos, a Google le sale en impuestos a su favor en la cuenta de
resultados y una declaración a devolver.
El informe anual sobre la compañía aprobado por Google International LLC señala que a finales de junio la investigación de Hacienda abierta a comienzos de 2011 para comprobar las declaraciones de IVA, IRPF e impuesto sobre sociedades de la compañía de 2006 a 2008
seguía abierta, aunque según la empresa, que siempre ha defendido que
actúa de acuerdo con la legislación fiscal vigente, no existen riesgos
de importes significativos en materia fiscal.
Google Spain se dedica principalmente a comercializar la publicidad
de clientes españoles en Google. Pero no factura la publicidad de esos
clientes sino que lo que hace es refacturar a otras sociedades del grupo
(básicamente Google Ireland) basándose en los costes incurridos más un
pequeño margen del 8% o 10%, según los contratos firmados entre las
sociedades del grupo. En total, Google Spain facturó 38,3 millones en 2011, un 46% más que el año anterior, casi todos girados a la filial irlandesa del grupo y una pequeña parte a Google Inc.
La filial española se ocupa del marketing y de las demostraciones, pero los cientos de millones de publicidad de clientes españoles se facturan desde Irlanda.
A su vez, Google logra trasladar esos beneficios a paraísos fiscales,
de modo que la mayor parte de las ganancias escapen incluso al reducido
tipo del 12,5% del impuesto de sociedades irlandés. De hecho, Google paga poco más de un 3% por sus beneficios de fuera de EE UU.
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